¿Te has dado cuenta cómo el concepto que tenemos sobre las brujas ha cambiado?
He visto a muchas mujeres autoproclamarse brujas y transformar su entorno a partir de creer en el poder de ellas mismas como seres creadores, conocedores y que han logrado reencontrarse con su propia divinidad femenina; el cine y los formatos visuales en general nos regresan a la infancia y al temor que causa el mito creado alrededor de la bruja, acompañado de leyendas y conjuros que transforman lo cotidiano en algo insignificante o algo extraordinario.
Las brujas han acompañado a la sociedad a lo largo de la historia, en todo el mundo y desde los principios de este, cada región tiene sus propias brujas; pero en el imaginario colectivo predomina la idea de una mujer que transgrede las normas sociales, los convencionalismos de una época a través de un pacto que la convierte en meretriz y servidora de un ser demoniaco; que conserva una estética traída desde los confines del tiempo y que ha sido representada con elementos clave y particulares que hablan de ideas, creencias y estilos de vida muy alejados de lo que hoy conocemos.
Hace más de 700 años, cuando el mundo estaba compuesto por reinos, feudos y los hombres se dedicaban conquistar nuevos territorios; Euroasia se vio azotada por una terrible enfermedad que terminó con la vida de millones de personas y cambió la idea de la vida, la muerte y la salud. Hombres, mujeres y niños se resguardaron en sus casas, se cubrieron con espesas capas de tela para que su piel estuviera libre del contacto, calzaron botas de largas puntas para retirar estorbos que encontraban en su camino y cubrieron sus rostros con máscaras para evitar que los terribles vapores de la muerte les quitaran la vida.
Fue una época donde la ciencia no se desarrollaba y la tecnología no era suficiente, donde entender y explicar los hechos resultaba complejo; por esto, es muy probable que en este punto de la historia se haya forjado la idea de intercesores demoniacos que querían acabar con la población, la religión y la sociedad como se conocía; surgiendo así el concepto generalizado que tenemos de las brujas.
La peste negra duró por siglos y desató una ola de matanzas que se disfrazó de cacería de brujas con el fin de erradicar la enfermedad; sin embargo, esta también se extendió más allá de la peste y todo lo que no tenía explicación se explicaba con brujería.
Así llegó a los territorios conquistados por Inglaterra, principalmente; como la colonia de Salem, Massachusetts; en donde hace más de cuatrocientos acontecimientos inexplicables provocaron una serie de juicios contra hombres y mujeres, después de que una esclava negra aceptara su condición de bruja e informara de la existencia de más brujas en la comunidad; esta afirmación desató pánico en Salem; vecinos, amigos e incluso familiares comenzaron a acusarse unos a otros de actos de brujería y provocó una serie de juicios que llevaron a la muerte de la mayoría de los acusados; curiosamente la esclava-bruja sobrevivió a su juicio.
Para determinar la condición de bruja de cualquier acusado de brujería se utilizaba el libro “Malleus Maleficarum” o “El martillo de las brujas”, en donde se explica cómo identificar a una bruja, perseguirla, torturarla y exterminarla; en este tratado se expone, entre otras cosas sumamente aberrantes; que las brujas deben tener protuberancias extrañas en el cuerpo, como verrugas; que siempre se acompañan de animales que les ayudan a cometer su actos de brujería; que utilizan hierbas mágicas para curar o que realizan conjuros para maldecir; que se reúnen en aquelarres y vuelan por el cielo para llegar a cualquier lugar.
En el territorio americano, antes de la llegada de la ideología y fe cristiana, existía una cosmogonía mágico-religiosa ligada principalmente a la comunión con la naturaleza; los antiguos sabios usaban el poder la herbolaria para abrir sus mentes, curar dolencias físicas y mentales para mejorar la calidad de vida de aquellos que las probaban e incluían a rituales que conectaban al hombre con la tierra y lo divino; pero también existían seres malignos que se transformaban en animales con el fin de obtener un poder mayor y que su transfiguración implicaba la muerte y el dolor personal.
Con la colonización basada en la religión y la fusión cultural, estos actos se transformaron para darnos una idea particular de la brujería en américa que implica el uso de la herbolaria tradicional en conjunto con las oraciones y representaciones comunes de la fe cristiana. La estética de la bruja americana está ligada a la representación europea pero también cuenta con el poder de intercambiar partes de su cuerpo con las de animales, convertirse en bolas de fuego y volar por los cielos.
El uso de artefactos mágicos está ligado a África en su vastedad y antigüedad, así como en la fusión culturar derivada de la esclavitud, pues al igual que en las culturas americanas, la imposición de creencias cristianas y la mezcla de su preceptos ancestrales originaron rituales tan diversos y variados como aquellos capaces de penetrar en la libertad de albedrío o capacidades corporales de cualquier persona a través de elementos mágico-religiosos que contengan la esencia de algún individuo.
Las historias escritas y contadas desde hace siglos en relación a las brujas se han transformado y modificado a los convencionalismos de un momento en particular; tanto que hoy son bellos cuentos o películas infantiles, donde el mal siempre es vencido por el bien; donde las brujas son las culpables de maleficios de seres puros e inocentes que en su búsqueda de libertad o crecimiento personal, se topan con algo que se percibe peligroso o malo y donde sólo una bruja puede ayudarlos, hechizarlos.
Pero en la actualidad también se han escrito historias de brujas protagonistas que buscan la libertad, ayudar a su comunidad y que son capaces de manipular elementos tan simples como el agua para lograr cambiar los acontecimientos que pueden destruir el mundo donde han crecido y vivido.
Existen tantas facetas de las brujas que, desde mi punto de vista, todas y cada una de ellas corresponden a un reflejo de la evolución social a partir del autoconocimiento y la búsqueda del beneficio social para obtener el personal, donde la equidad es clave para la evolución, donde todas las ideas y las aportaciones son válidas. Estas ideas están basadas en los principales preceptos de la filosofía Wicca, una religión neo-pagana que surgió a mediados del siglo pasado en Inglaterra y que busca la reivindicación de las brujas como seres dotados de sabiduría ancestral que utilizan las elementos que se proveen de forma natural en la tierra para crear y transformar su propio entorno.
Así que; creyentes o no, conscientes o no; poco a poco estas ideas se han arraigado en nuestra día a día a través de distintas tendencias como el cottagecore, el grandmacore, el naturelcore, entre otras; por lo que poco a poco nos hemos convertido en las señoras de las plantas, de los gatos, del crochet, de la costura, de los postres, de la limpieza ecológica, de los remedios caseros y nos auto proclamamos brujas.
Con la pandemia causada por el Covid 19, que nos ha orillado a pasar más tiempo en nuestra propia compañía y dentro de nuestros hogares; estas tendencias se han arraigado mucho más en nuestra consciencia y por esto pensamos más en nuestra salud y en en la de los que nos rodean, en la vida y la muerte, tomamos una actitud previsora, descubrimos habilidades, gustos, o deseos que el ritmo de vida en que vivíamos no nos permitía, pensamos y trabajamos para un mejor futuro, somos más cautelosos con nuestro dinero y hemos encontrado otros formatos de comprar de forma mucho más inteligente, descubrimos caminos diferentes para generar lo que necesitamos y, sobre todo; somos más conscientes de nosotros mismos.
Hoy ser bruja no nos llevará a una cacería inminente, pues es sinónimo de ser conscientes de nuestra propia naturaleza y el entorno que nos rodea; pero es muy probable que en diez o veinte años más esta idea se transforme nuevamente.
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